¿Cuáles son las tendencias de la tercera Revolución Industrial y qué papel jugarán los países más ricos y los emergentes, hacia los cuales se habían trasladado las manufacturas?
¿Son las nuevas manufacturas la esperanza de los jóvenes inconformistas que se resisten a instalarse en la queja?
¿Hay que fabricar cosas para generar riqueza, o basta con un sector de servicios fuerte y diversificado? ¿Con qué rapidez se desmaterializará la manufactura, a medida que los productos constan de más servicio y menos material?
Vuelven las fábricas, esta vez sin humeantes chimeneas
Hay productos que ofrecen cada vez más bits y menos átomos (la principal ventaja competitiva del iPod y el iPad es el uso de datos, de momento mucho más rentable que en otras plataformas).
Mientras tanto, Adam Davidson se pregunta en The New York Times si nos encontramos ante la nueva edad dorada de los inventores.
Muchas de las empresas transnacionales que fabrican la mayor parte de sus productos en países como China o India pretenden repatriar buena parte de esta actividad, siguiendo un modelo a caballo entre el éxito de la empresa española Zara y la industria alemana: en ocasiones, producir más cerca favorece la iteración con los productos y acelera la capacidad de respuesta a estímulos externos.
Y, si la segunda Revolución Industrial posibilitó las economías de escala, consolidando un producto cuando aumentan las unidades producidas, las nuevas empresas trabajan y producen de forma descentralizada.
Gracias a Internet y a las impresoras 3D de bajo coste (ver vídeo sobre MakerBot, artículo sobre impresión 3D casera y fotogalería), cualquier producto de pocas unidades y personalizado es viable.
La venganza de los barrios gremiales: los talleres del futuro
El nuevo tipo de manufactura retorna a las ciudades de los países ricos, dominadas ahora por los servicios. Los artesanos de la nueva era tecnológica se mueven entre la impresión casera de modelos y moldes 3D, el uso de la Internet colaborativa (consultar nuestro artículo sobre “crowsourcing“) y la iteración constante con el producto (“agile development“), para lograr los resultados deseados en menos tiempo y con costes muy reducidos.
Los nuevos entornos de innovación y desarrollo de producto rememoran, en cierto modo, los gremios medievales, ya que artesanos muy tecnificados dominan el proceso de desarrollo y producción, como los maestros de azulejería, ebanistería o marroquinería del pasado.
Pero, a diferencia de éstos, los nuevos artesanos desarrollan productos punteros, con apenas un puñado de utensilios e Internet.
Obsolescencia de las economías de escala
El cambio es tan profundo que, cuando cualquiera puede diseñar y producir un molde antes de manufactuarlo a través de algún proveedor local o por Internet, las economías de escala pierden su atractivo.
La fabricación aditiva -impresoras de bajo coste que “imprimen” objetos, en lugar de papel- no ha evolucionado lo suficiente para fabricar un coche o un iPhone, pero ya ha sido usada para fabricar piezas y componentes de automóvil, así como fundas para teléfonos inteligentes. Es sólo el principio.
Las grandes compañías también se transforman en el nuevo escenario. Volkswagen ha ideado una nueva estrategia de producción (Modularer Querbaukasten, MQB), que estandariza los parámetros de los componentes de motores y carrocerías, una transición hacia un futuro en que la marca alemana fabricará todos sus modelos en la misma línea de ensamblaje.
Antes: fordismo, toyotismo. Ahora: ensamblaje ubicuo bajo demanda
El nuevo tipo de producción de Volkswagen transformaría y enterraría la cadena de montaje del Fordismo, mejorada con el Toyotismo: cualquiera de sus fábricas europeas, americanas o asiáticas de la marca alemana fabricarán vehículos bajo demanda. A la larga, la logística y los grandes inventarios dejarán de tener el sentido actual.
Más cambios estructurales: The Economist apunta que los materiales usados para hacer cosas también mutan. Los compuestos de fibra de carbono reemplazan el acero y aluminio, mientras que la madera gestionada de manera sostenible o los materiales procedentes de desechos también irrumpen.
“Y, en ocasiones, no serán las máquinas quienes fabriquen, sino microorganismos que desarrollados con métodos de ingeniería genética para realizar la labor”.
La desmaterialización de las manufacturas
Aumentan los salarios en los países emergentes; al mismo tiempo, evolucionan los productos y su demanda en los principales mercados -todavía, pese a la crisis, Europa y Norteamérica-. Como consecuencia, la producción vuelve a las ciudades que alumbraron la primera y segunda Revolución Industrial. The Economist lo ha llamado el efecto boomerang.
Varias tendencias convergen en el retorno de las manufacturas a Europa y Norteamérica. Los productos tienen menos materia prima y más tejido intelectual, las tecnologías fomentan la colaboración y bajo precio como nunca antes, y al abrigo de estas tendencias crece una industria local, especializada, personalizada.
Todo ello coincide con la consolidación de un consumo que prima la calidad por encima de la cantidad, el minimalismo, la simpleza rústica, el favor por los diseños robustos, duraderos, que el usuario pueda reparar y remendar.
Respuesta a las baratijas de la era de la obsolescencia programada
Comprar menos, de un fabricante solvente y pagando un mayor precio. Los productos memorables y duraderos, de calidad, se contraponen a los productos baratos que fomentan la sustitución apresurada, debido a la obsolescencia programada y a una mayor atención por el control de costes en alguna fábrica remota que el mimo por el detalle.
Sucede con la moda y los productos artesanales, pero también con la tecnología y todo tipo de productos, desde las bicicletas al diseño y manufactura de mobiliario.
El avance informático y de las tecnologías ubicuas permite a cualquiera intercambiar información en tiempo real y colaborar en un concepto o producto con personas de cualquier parte del mundo. Este mismo producto es a menudo vendido también por Internet, o con su ayuda.
Las industrias que se transforman ante nuestros ojos
Así, Kirsten Dirksen ha pasado de formar parte de la antigua maquinaria de producción televisiva, lenta y anquilosada en viejas fórmulas (ha trabajado para MTV, Sundance Channel, Oxygen, etc.), a dirigir, escribir, filmar y editar sus propios documentales.
Resulta igual de sorprendente comprobar la evolución de la tecnología que ha transformado la industria de Kirsten (edición de vídeo y contenidos de entretenimiento): lo que antes valía cientos de miles de euros/dólares y ocupaba una habitación, entre grandes cámaras, estaciones de trabajo, monitores adicionales, mesas de edición y otros aparatos, se reduce ahora a un portátil, un puñado de pequeños discos duros externos, una videocámara digital y un puñado de cintas HD.
La industria del entretenimiento es una de las que más se han transformado con la Internet ubicua, que ha transformado bienes caros de producir y distribuidos físicamente en un entorno donde productores se (con)funden con espectadores.
Artesanos, artistas y aficionados: creador y consumidor se (con)funden
El músico Moby (y descendiente de Herbert Melville, autor de Moby Dick) es uno de los creadores que exponen esta transformación en el documental PressPausePlay.
Jimmy Wales, fundador de Wikipedia, cree que la industria centralizada de producción de entretenimiento tiene los días contados. Según Wales, Hollywood se transformará y diluirá su importancia, y no debido a la piratería, sino por la nueva industria colaborativa y los cambios tecnológicos que abaratan incluso los proyectos ambiciosos.
Para aprovecharse de las oportunidades del nuevo escenario, no basta con leer un par de informes y contratar a un equipo de consultores; ni siquiera una legislatura con un gobierno decidido a sentar las bases de una nueva economía productiva, emulando a países que fomentan la repatriación de factorías en sus principales industrias, tales como Alemania o Francia.
Cómo prosperar en la tercera Revolución Industrial
Hace falta un cambio profundo, transversal, entendido por la población, un compromiso colectivo o, al menos, de la parte significativa de una sociedad. Como paso preliminar a contar con tejidos industriales productivos y diversificados, hace falta sembrar meta-ideas, ya que el economista Paul Romer recuerda que la genialidad aparece en grupos.
El nuevo modelo industrial, lo que The Economist llama la tercera Revolución Industrial, sustituye a un modelo basado en el crecimiento vigente desde finales de la II Guerra Mundial. Las economías no podrán crecer como antes, basadas en décadas de combustible barato con alta concentración energética.
La tercera Revolución Industrial demanda más inventiva con menos impacto. Los productos y servicios más etéreos, duraderos, que aprendan de la naturaleza, convivirán con los productos de menor valor añadido durante décadas, pero la oportunidad industrial de los países ricos.
La estrategia de las marcas emergentes: innovación inversa
Las malas noticias: la evolución hacia la desmaterialización y los productos de calidad también será emprendida por los países emergentes, a menudo a precios más competitivos, gracias a tendencias como la innovación inversa: productos bien diseñados y de bajo precio que se desarrollan para el mercado emergente que, por su conveniencia, acaban inundando los mercados más maduros.
Internet hace posible que los productos con alto valor añadido puedan ser diseñados y producidos por distintas pequeñas empresas en diferentes partes del mundo. Otras tecnologías, como la impresión 3D, permite diseñar objetos en cualquier lugar e imprimir modelos con bajo coste.
Las impresoras 3D caseras convierten cualquier individuo o pequeño taller en una microfactoría de R+D+i, al estilo de los departamentos de innovación que hasta ahora sólo se permitían agencias gubernamentales, centros universitarios punteros y grandes empresas.
Del Fraunhofer Institute al taller de barrio
No hace falta acudir al Fraunhofer Institute para dar forma a productos innovadores.
Por muy apartados y distintos que sean, los entornos más abiertos a la experimentación, el respeto por el conocimiento artesanal y la ética del trabajo y la superación pueden alumbrar proyectos con un público minoritario y selecto, pero mundial.
Ello explica por qué Axalco, una pequeña empresa de bicicletas de madera de Guipúzcoa, País Vasco, ha alcanzado un nivel de excelencia similar a Renovo, pequeña empresa que fabrica el mismo producto (bicicletas de madera de alto rendimiento) en Oregón, Estados Unidos.
Innovación glocal: la vasca Axalco y la norteamericana Renovo
Tanto Axalco como Renovo elaboran con éxito un producto de alto valor añadido muy específico, con un público minoritario, aunque fiel y, gracias a Internet, presente en cualquier punto del mundo. Las bicicletas más baratas y de menor calidad fabricadas en China y otros países no afectan su viabilidad futura.
Las empresas que encuentran su nicho y saben adaptarse no sólo se benefician de mejoras estructurales (mayor productividad y eficiencia, ahorro de recursos, flexibilidad para adaptarse a los cambios en el mercado).
Varios fenómenos convergen para hacer realidad la tercera Revolución Industrial, dice The Economist, y los entornos e individuos más innovadores de los países ricos, a menudo trabajando desde el centro de ciudades dominadas por los servicios desde hace décadas, devolverán el vigor productivo a los entornos más abiertos al cambio en los países ricos.
Artesanos tecnificados y otras criaturas del futuro
Las nuevas fábricas no contarán a menudo con centenares, ni siquiera decenas de trabajadores, sino más bien un puñado de artesanos tecnificados, que tendrán taller y tienda física en un mismo entorno céntrico, mientras efectuarán la mayor parte de sus contactos y ventas por Internet.
La primera Revolución Industrial se fraguó en el Reino Unido durante el siglo XVIII, con la mecanización de las manufacturas textiles, el desarrollo del transporte y las comunicaciones. La segunda nació en Estados Unidos a principios del siglo XX, con la cadena de montaje.
“Un gran tercer cambio tiene lugar ahora -escribe The Economist en abril de 2012-. Permitirá hacer cosas económicamente en cantidades mucho más pequeñas, con mayor flexibilidad y menos mano de obra, gracias a los nuevos materiales, nuevos procesos como la impresión 3D, robots fáciles de usar y nuevos servicios de fabricación colaborativa disponibles en Internet”.
Reconquistando los barrios gremiales
Las tornas se giran por completo, permitiendo a una nueva industria iniciar actividad cerca de donde las tendencias y el talento quieren vivir. Se vuelve, dice el semanario británico, desde la fabricación masiva hacia una producción mucho más individualizada.
El cambio promete nuevos trabajos en los lugares más dinámicos de los países ricos, como demuestra la factoría de impresoras digitales de código abierto MakerBot industries, fundada por Bre Pettis, a quien *faircompanies entrevistó en la sede de la empresa, en Brooklyn, Nueva York.
Siempre y cuando los países ricos con mayores problemas estructurales no olviden de que los países más dinámicos y respetuosos con sus normas son los que se dan pocas leyes y las interpretan de un modo justo.
Las tendencias técnicas e industriales dejan cada vez menos margen para la escusa. Es hora de abandonar la zona de confort y aprovechar la era de los inventores, en lugar de maldecir a los dioses.